martes, 29 de diciembre de 2015

La deportación de personas de origen haitiano en la República Dominicana

No suelo tener simpatías por la mayoría de los líderes negros norteamericanos, pues suelen explotar un victimismo injustificado en EE.UU., para sacar provecho personal. Estos líderes hacen carrera política señalando racismo donde realmente no lo hay. Jesse Jackson, por ejemplo, ha ganado mucho dinero extorsionando a empresas, a las cuales amenaza con llevarlas a juicio por supuestas prácticas racistas. Contrario a lo que muchas veces se cree, la opresión racial en EE.UU. no es tan grave. Ya quisiéramos muchos ciudadanos del Tercer Mundo tener las comodidades que tienen los negros en EE.UU.
Los medios de comunicación han sido cómplice de estos líderes, y presentan de forma sensacionalista imágenes de incidentes relativamente aislados, en los cuales policías de diversos grupos étnicos (no sólo blancos) ejercen brutalidad contra jóvenes negros. Sin duda, hay problemas de brutalidad en los departamentos policiales norteamericanos, pero yo no veo tan claro que eso tenga una motivación racial. La prensa es muy selectiva en señalar sólo aquellos casos de victimarios blancos y víctimas negras, cuando en realidad, las otras combinaciones son también muy frecuentes (victimarios negros y víctimas blancas, victimarios negros y víctimas negras, victimarios blancos y víctimas blancas, etc.).

Uno de los efectos nocivos de esta industria del victimismo en EE.UU. es que se desvía la atención mediática de otros lugares donde la opresión racial sí es muy grave. Los medios forman un escándalo porque un taxi no se detiene a recoger a Danny Glover en Nueva York en la madrugada (una decisión que, por lo demás, justifico en el taxista; acá); pero a nadie le importa un carajo, por ejemplo, la terrible situación que en estos momentos atraviesan miles de personas de origen haitiano en la República Dominicana.
Las relaciones entre Haití y Dominicana siempre han sido tensas. Los haitianos hicieron su sangrienta revolución, y quisieron exportarla al otro lado de la isla. Aun si los dominicanos se habían independizado de España, los haitianos invadieron Dominicana en 1821, y la anexaron. Los dominicanos, viendo el caos en el cual ya se estaba convirtiendo Haití, lucharon por su independencia, y la consiguieron en 1844. Pero, el peligro haitiano siempre estaba latente, y así, los políticos dominicanos pidieron ser anexados por España en 1861, como forma de protección. Esta movida no fue popular entre las masas de dominicanos, se hizo una nueva guerra, y en 1865, Dominicana nuevamente consiguió su independencia.
Estos eventos hicieron que quedara el recelo contra los haitianos. Pero, como cabría esperar, se le añadió una dimensión racial. La población negra no es tan voluminosa en Dominicana, y así, se añadió desprecio a los haitianos, abrumadoramente negros. Además, a medida que Dominicana iba progresando (por supuesto, a sangre y fuego, con dictadores e invasiones gringas), Haití se iba hundiendo en la miseria.
Los haitianos emigraban a Dominicana en busca de mejores oportunidades como trabajadores en los cultivos de azúcar. En 1937, golpeado por la crisis económica mundial, el dictador dominicano Trujillo dirigió su atención a los haitianos que vivían en República Dominicana, y ordenó su ejecución masiva. En aquella masacre murieron 20.000 personas. A esto se le llamó la “masacre del perejil”, pues para identificar a los haitianos, se les obligaba pronunciar la palabra “perejil”, de forma similar a lo que hicieron las tribus israelitas con la palabra “shibboleth”, en el libro bíblico de Jueces.
En EE.UU. hubo algunos linchamientos en esa misma época. Pero, la masacre del perejil no tiene comparación con el número de linchados en EE.UU. Con todo, los sesgos mediáticos hacen que todos los días se nos recuerden los linchamientos perpetrados por el Ku Klux Klan, pero a nadie le importe un carajo la atrocidad de Trujillo.
Hoy, esta tragedia continúa. Recientemente, el gobierno dominicano se ha valido de unas muy dudosas excusas jurídicas para expulsar a miles de personas de origen haitiano. La excusa es que, sencillamente, estas personas no fueron debidamente inscritas en los registros civiles al momento de nacer, y por ello, se les niega la ciudadanía dominicana. Al menos en el caso de la masacre del perejil, las víctimas eran personas oriundas de Haití (no hablaban bien el español, y por eso quedaban delatados). En cambio, ahora, aquellos que enfrentan el despojo de la ciudadanía y la deportación, son personas nacidas en República Dominicana, que sólo hablan español, y que no tienen ningún vínculo con Haití. Su único crimen es ser descendientes de haitianos.
Donald Trump, Marine Le Pen, y otros populistas nacionalistas, recientemente han propuesto que sus países abandonen el ius solis, y adopten el ius sanguinis. Bajo este principio jurídico, la ciudadanía no sería concedida en función de dónde se nace (ius solis), sino en función de dónde proceden los ancestros (ius sanguinis). La medida dominicana en contra de las personas de origen haitiano, está guiada por el ius sangunis.

El ius solis ciertamente es mucho más humanitario, y pretender volver a imponer el ius sangunis sería un retroceso. Pero, al menos en el caso de Donald Trump, las razones que él expone, no son tan descabelladas. Trump denuncia que muchos inmigrantes temporales mexicanos viajan a EE.UU., tienen hijos allá para asegurar ciudadanía, y regresan a México. Luego, utilizan a esos hijos ya ciudadanos para volver a entrar a EE.UU. y gozar de servicios.
No sé si la solución será derogar el derecho de ciudadanía por el mero hecho de haber nacido en EE.UU., pero algo de razón sí tiene Trump. Su denuncia, al menos parcialmente, es verdadera. El caso dominicano, en cambio, es muy distinto: aquellos que enfrentan deportación no tienen nada que los ata a Haití. Podemos discutir cuánta razón tiene Trump, y qué puede hacerse al respecto; pero, una vez más, debemos evitar que casos como el de Trump y sus propuestas acaparen toda nuestra atención, y nos olvidemos de casos mucho más graves, como el dominicano.

2 comentarios:

  1. Lo que dice Trump pudiera ser cierto pero no haría falta investigarlo al menos http://www.politifact.com/truth-o-meter/statements/2010/aug/06/lindsey-graham/illegal-immigrants-anchor-babies-birthright/

    "Una vez más, debemos evitar que casos como el de Trump y sus propuestas acaparen toda nuestra atención, y nos olvidemos de casos mucho más graves, como el dominicano."

    Estoy muy de acuerdo con eso que acaba de decir. Es decir entre dos cosas malas que pasan debemos prestarle más atención a cosas más graves que a las menos graves.

    En su blog usted tiene una línea editorial en contra de cosas como la acción afirmativa, de "políticas de la identidad", de gente que chantajea con el racismo. Pero poco, muy pocas veces lo he visto criticando, en comparación, la racismo que conllevo a que alguien pensara en la acción afirmativa como para solucionarlo, o que así como hay gente que chantajea con el racismo, también hay racismo genuino y que son problemas más graves, más extendidos y siguen pasando al día de hoy.
    Le recomiendo aplique sus palabras: "debemos evitar que casos como el de [cosa menos grave] acaparen toda nuestra atención, y nos olvidemos de casos mucho más graves" y critique aún más esas cosas más graves desde su espacio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias por comentar.
      1. Yo he escrito bastante sobre la historia del racismo. De hecho, uno de mis libros, "La razas humanas ¡vaya timo!", dedica un capítulo entero a ese tema. No obstante, en tanto aprecio que en los medios hay muchísima más atención concedida al racismo que al chantaje racial, yo he optado por dirigir más mi atención a lo segundo. Es sólo por una cuestión de balance.
      2. Como muchas de las cosas que dice Trump, ciertamente sus alegatos sobre los anchor babies, deben ser sometidos a escrutinio, y muchas cosas seguramente no son como él dice. Pero, de nuevo, creo que los medios lo satanizan y caricaturizan sus posturas, cuando en realidad, no dice cosas tan descabelladas.

      Eliminar