domingo, 12 de septiembre de 2010

Reseña de "El darwinismo y la religión" (José E. Finol)




Un libro es siempre “un punto de encuentro”. Es así, “punto de encuentro”, como Gabriel Andrade denomina el esfuerzo heurístico y ensayístico que el autor nos presenta bajo el título de El darwinismo y la religión. El libro es siempre un punto de encuentro no sólo porque en sus páginas convergen –para aceptarse, refutarse, complementarse ideas, conceptos, teorías, metodologías; sino también porque en él confluyen, sobre la distancia y el tiempo, el lector y el autor, en un diálogo que siempre es enriquecedor, retador, innovador.

El darwinismo y la religión, editado por la Universidad de Cantabria, en España, es una obra que he disfrutado enormemente pues hacía mucho tiempo que no me había deleitado tanto leyendo un ensayo filosófico como el que hoy presentamos.

El darwinismo y la religión está compuesto de siete capítulos articulados de manera jerárquica y gradual, lo que le permite al lector seguir una trayectoria de la que no quiere desprenderse, y que le facilita además llevar un hilo conductor de una bien tejida y bien elaborada coherencia. La coherencia y la lógica de la argumentación posibilitan al autor tejer todas las elucubraciones y argumentaciones, sin dejar cabos sueltos que perjudiquen el análisis.

Para exponer su teoría sobre las relaciones entre darwinismo y religión el autor comienza por presentar, en una excelente síntesis, los fundamentos de la teoría de la evolución que, como se afirma en el libro, no son sólo creación de Darwin sino que expresan una secuencia de descubrimientos y conocimientos anteriores a él mismo, fundamentos que se remontan, incluso, al esencialismo de Platón y al nominalismo de Ockham y, más atrás todavía, a Anaximandro y Empédocles.

Luego el autor, para contextualizar el pensamiento y las teorías de Darwin, presenta una biografía del gran científico inglés, de cuyo nacimiento se cumplieron doscientos años en febrero del 2009. Esta contextualización permite ver en Darwin no sólo al científico de genio sino también al hombre en su mundo, particularmente en su familia, con los conflictos y contradicciones propios de todo ser humano.

En el tercer capítulo, Andrade aborda las difíciles relaciones entre la teoría de la evolución y la hermenéutica bíblica, no sólo la cristiana sino también la judía. Esas difíciles relaciones, que han marcado la discusión filosófica y religiosa en los últimos ciento cincuenta años, se derivan de que, como afirma el autor, “si Darwin y sus seguidores están en lo cierto, entonces el relato sobre el origen de las especies, y del hombre en particular, contenido en los dos primeros capítulos del Génesis, no puede ser literalmente verdadero”.

En el siguiente capítulo se analizan las bases del creacionismo, una propuesta que se ha definido, en general como opuesta a la teoría de la evolución, y que, como es sabido, afirma que es Dios el creador de todas las especies y que éstas son inmutables. El creacionismo es hoy particularmente defendido por las religiones más tradicionales y conservadoras, particularmente en los Estados Unidos, donde creacionistas y científicos se han enfrentado en la lucha por que se elimine la enseñanza de religión en las escuelas públicas. Muchos de los creacionistas han forjado hoy la tesis del diseño inteligente, que partye del princpio de “complejidad irreductible” (pág. 212), considerada por los científicos como una pseudo-ciencia.

Luego el libro aborda el espinoso problema que se deriva de aceptar el punto de vista teleológico, la propuesta según la cual la evolución tiene un fin y está predeterminada por una voluntad extrahumana. Este capítulo es de una gran riqueza argumentativa porque el autor, provisto de las descripciones y argumentaciones anteriores, demuestra la inexistencia de un fin anterior a la evolución misma, lo que el autor denomina “la quinta vía” defendida por Santo Tomás de Aquino.

En el sexto capítulo se analiza la pregunta que muchos, científicos y creyentes, se han hecho y aún se hacen: ¿Son conciliables el darwinismo y la religión? ¿Se puede ser cristiano, judío o musulmán y, al mismo tiempo, creer en la Teoría Evolucionista? A estas preguntas el autor responde analizando, con una erudición que se acompaña de una lógica implacable, las diferentes propuestas y escuelas que intentan conciliar estos extremos.

Finalmente, en la última sección el autor nos hace una propuesta novedosa que sin duda sorprenderá a los creyentes pero también a los científicos: ¿Es posible emplear la Teoría de la Evolución para explicar el origen de la religión? En otras palabras, si las religiones nos han dicho siempre que Dios creó al hombre ¿será posible invertir esa relación, es decir, es el hombre quien creó a Dios?

Como se ve, se trata de una temática y de unas propuestas que tienen que ver con los fundamentos de nuestras concepciones y creencias sobre el hombre, la vida y la naturaleza; todas ellas relacionadas directamente con capítulos fundamentales de la reflexión humana desde los primeros días de la aparición del hombre sobre la tierra.

Que Gabriel Andrade haya abordado estos temas y, sobre todo, que lo haya hecho con la soltura, la rigurosidad, el detalle y la sistematicidad con que lo ha hecho, nos habla bien de su competencia como investigador, de su poder de síntesis y, más todavía, de su coraje para lidiar con estos temas que sólo los viejos filósofos abordan después de haber decantado su formación.

Por otra parte, en la lectura de este libro me ha impresionado la capacidad, propia de los buenos maestros, de conciliar el discurso filosófico y científico con el discurso pedagógico, sin por ello traicionar la rigurosidad y densidad de los argumentos, de su coherencia y sistematicidad.

Invito a todos a leer El darwinismo y la religión, con el convencimiento absoluto de que será un tiempo bien invertido, pues incluso quienes no compartan los puntos de vista expuestos tendrán la satisfacción de conocer una propuesta bien argumentada, analizada y presentada como un fructífero punto de encuentro.

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